Me parece que ya he contado la forma como conocí a Edgar, al incorporarme a la Prepa con el curso empezado y ponerme en el último pupitre de la ultima clase (había en la Preparatoria del Ramiro un orden jerárquico de aplicación y conducta tanto entre clases como entre alumnos), lo que le causó a Edgar una inmensa alegría porque ya no era el último después de mucho tiempo. Esto no debe confundir a nadie sobre la capacidad de Edgar, pues después, a lo largo de su vida demostró ser una persona inteligente, creativa, emprendedora, fiable y muy eficiente.
Edgar era un líder nato en el Ramiro ya
desde entonces, tenia una personalidad bien definida, un hermano mayor en el
instituto, era fuerte como un toro, unas manos que daban miedo y un concepto de
la amistad y sentido de la justicia inquebrantables
que le duró toda la vida. Le gustaba proteger a los mas desvalidos y yo fui uno
de ellos. Nuestra amistad ha durado hasta su muerte.
Aunque estamos en distintas clases, nos veíamos
a menudo. Edgar era muy bueno jugando al baloncesto y formó parte enseguida del
equipo infantil federado. Después por alguna razón que desconozco dejó el
Basquet y se dedicó al fútbol y mas tarde al balonmano, jugando con los del
Pilar.
Volvimos a coincidir en el 4º F, el de
los que estudiamos inglés y ahí se consolidó nuestra amistad y relación. Edgar
fue siempre un adelantado en todo lo que significara la vida. No era, como ya se
ha dicho un buen estudiante de bachillerato, pero era muy precoz en el resto de
las cosas. Pertenecía a una familia acomodada, de muchos hermanos con una madre
inglesa que les dio una educación muy particular. Tuvo novia formal desde
quinto, vivió prácticamente solo en un apartamento de sus padres desde muy
temprano, sus ideas eran avanzadas y contradictorias muchas veces. Discutía
apasionadamente y tan pronto se declaraba agnóstico, como asistía a las
meditaciones voluntarias del Padre Cuellar. En definitiva era apasionado,
temperamental y muy inteligente, que estrujaba cada momento de su vida y tenia
prisa por vivir todas las sensaciones. Y todo con un corazón que no le cabía en
el pecho.
No acabó, preu en el Ramiro. Estuvo
interno en Campillo, colegio para malotes de la sierra de Antequera desde donde
me mandaba cartas firmando Amargo Valverde…. De allí paso a estudiar Económicas
en la Complutense y cuando terminó se fue a trabajar a Inglaterra, donde estuvo
dos años. Entre medias vivió varios noviazgos intensos y dos accidentes graves,
uno esquiando y otro de moto ambos con hospitalización prolongada afectándole
siempre a la pierna derecha, por lo que ha cojeado desde entonces. Por aquella época
y en cuanto a lo que nuestra amistad se refiere, tuvimos discusiones ideológicas
de importancia, que nos llevo a separarnos varias veces durante meses, para
luego volver a nuestra amistad de siempre.
Quiso Dios, que tras nuestra ultima separación
y después de años sin vernos, nos reencontráramos en la calle días siguiente de
mi separación de Chiruca y a dos días vista de su boda. Con la pasión que le
caracterizaba me “obligo” a asistir a su despedida de soltero y me hizo testigo
de su boda. Esto dio un giro definitivo a mi vida, pues allí conocí a la que
años mas tarde seria mi mujer, Malu, que era prima de la mujer de Edgar. Por
pertenecer ambas a una familia grande y muy unida, esto supuso que desde
entonces nos tratáramos como hermanos en todos los sentidos.
Edgar fue colaborador muy cercano a Juan
Miguel Villar Mir y trabajando para el contribuyó de forma clave en el
desarrollo del Puerto de Sotogrande, que hoy día es una joya de la costa
gaditana, donde dejó plasmado su bien hacer y eficacia.
Cuando se separó de su mujer, dejó
Sotogrande y se vino a Madrid donde trabajó, primero como asesor independiente,
luego con una empresa distribuidora de artículos de lujo, y finalmente volvió
con Villar Mir en su grupo, lo que le permitía seguir con su clientela de
asesorados entre los que me encuentro yo.
Aunque Edgar se volvió a casar y fue muy
feliz en su segundo matrimonio, nunca se desligo de la familia Larios, la de su
mujer y la mía. Se puede decir que esta familia
fue su autentica familia, la que de pequeño no tuvo. La que le dio la
medida de cercanía y cariño que la naturaleza de Edgar reclamaba y con la que sintió
feliz. No es por tanto de extrañar que fuera él el que administraba el
patrimonio de su ex suegra.
Como ya he dicho Edgar y yo éramos y nos tratábamos
como auténticos hermanos. A raíz de la enfermedad de mi mujer y sobre todo
después de su muerte, me ayudo a organizar todos los asuntos de herencia y
patrimoniales de mis hijos con gran dedicación y profesionalidad al mismo
tiempo que me dedicaba todo las horas que fueran necesarias para acompañarme en
esos tiempos tan difíciles.
Fue siempre generosísimo, entrañable y
muy amigo de sus amigos. Cuando se murió de una complicación cardiaca me
pidieron que hiciera una oración en su entierro. Permitidme que la transcriba
aquí como homenaje a su persona.
“Señor Dios nuestro, Tu que por amor a los hombres te hiciste uno
de nosotros y nos enseñaste el camino para seguirte y que nos amaramos.
Tu que quieres que todos los hombres se
salven y estén contigo allí donde Tu estés. Acoge a tu hijo Edgar Federico a tu
lado.
No mires tanto las faltas que haya podido
cometer, sino el amor y entrega que a lo largo de toda su vida dedico a todos
los que le tratamos y dale el descanso eterno junto con todos los de nuestras
familias y amigos que le han precedido”
Pablo de Bergia, su amigo
Buenísima semblanza y muy entrañable. Abzs.
ResponderEliminarMuy bien descrito. Yo nunca coincidí con él. Pero me ha gustado su semblanza
ResponderEliminarPablo 15 de Junio de 2012.
ResponderEliminarCuando escribí esta semblanza de Edgar me olvidé algo importante: tuvo tres hijos, los dos mayores Manuel y Ruy son gemelos, y una hija encantadora que se llama Fabiola Azahara y que es mi ahijada. Su hijo Manuel, que heredó las cualidades de su padre es hoy un alto directivo de J. P. Morgan. Manuel y Fabiola están casados
Pablo, no la había leído. Es emocionante y me ha hecho revivir ese carácter suyo tan fuerte y tan peculiar, pero lleno de cariño generoso. Gracias por escribir estas largas líneas
ResponderEliminarArroyo, con quien sólo coincidí en 4º F, tenía un don por culpa del cual nunca le olvidé: las chicas se lo comían con los ojos. Alguna vez al final de aquel curso, cuando la primavera ya estaba bien asentada, unos cuantos del F hacíamos unos discretos novillos, sin ir nunca más lejos de la plaza de la República Argentina. Arroyo era de los fijos, cosa comprensible, porque cuando llegábamos a las proximidades de nuestros objetivos naturales era imposible que a los demás nos cayera una maldita mirada. Todas se las llevaba él. Entonces le tenía una envidia por demás verdosa. Hoy le recuerdo con ternura. Si está en algún sitio, supongo que allí, donde sea, las chicas le seguirán mirando como lo hacían entonces. Espero de corazón que así sea.
ResponderEliminarUna gran persona,,,yo lo conoci en la epoca que estaba en Sotodrande..
ResponderEliminarHola Pablo, hoy a fallecido su hermano que como sabes fue único en su tiempo con la edición y venta de libros.
ResponderEliminarMe acorde de Edgar Federico en el Ramiro y en su casa en Parque de las Avenidas. Espero que te encuentres bien, yo vivo desde hace años en Tenerife. Un abrazo ahhh y soy Eduardo Alonso Lobato
Yo le conocí cuando vivía en Marqués del Vasto y ya destacaba por su personalidad atrayente. Siento que haya muerto.Una familia a la que admiraba. También a su hermano Manuel, a Mariasun, a Alechu y a Nano. Todos entrañables.
ResponderEliminarSolo soy una vecina a la que le encantaba verle jugar al fútbol, de su misma edad.
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