Carlos Faraco, por Rafael Rebollo y Vicente Ramos




Carta abierta a los hijos de Carlos Faraco, por Rafael Rebollo
Beatriz, Marta, Carlos y Álvaro,

       Yo fui muy amigo de vuestro padre. Aunque en el Ramiro de Maeztu sólo coincidimos en la misma clase en los últimos cursos, al finalizar el Preu formamos, junto a Pepe Blanco y Sergio Ordozgoiti, un grupo muy unido del que vuestro padre, por su inteligencia e iniciativa junto por su bondad y generosidad, fue siempre el líder. Pero vuestros abuelos paternos fueron también fundamentales para mantener estrechamente nuestros lazos de amistad. Sí, sí, vuestros abuelos. Su casa siempre estaba abierta para nosotros y nos hacían sentir como miembros de su familia, una entrañable familia que irradiaba afecto. Allí estudiábamos, nos divertíamos y hacíamos planes. Prueba de su interés hacia nosotros, y en concreto hacia mí, recuerdo como vuestro abuelo movió todo lo necesario para ser él quien me examinara para el Carnet de Conducir. Aprobé, claro está, a la primera y os puedo asegurar que no por méritos propios.

       Vuestros tíos, Nicolás, Manolo y, el pequeño, Paco (espero no equivocarme con sus nombres) estaban siempre dispuestos para lo que se les pidiera. Manolo, por ejemplo, nos enseñó pacientemente a tocar la guitarra, ¡lo cual nos supuso una gran ventaja con las chicas en los guateques!

       El año posterior al de salida del Ramiro lo recuerdo como el mejor de mi etapa estudiantil. Éramos ya tan buenos amigos que, aunque nuestras preferencias sobre la carrera a estudiar eran muy claras -todos querían ir a Caminos menos yo, que quería hacer Industriales-, decidimos darnos un año más para pensarlo. De esa forma, además, seguiríamos un año más juntos. Así, nos matriculamos en la Facultad para hacer el primer curso, que se convalidaba en todas las Escuelas de Ingeniería. Fue un año genial. Nos organizamos a la perfección. Distribuíamos esfuerzos para coger apuntes en las clases, estudiábamos y preparábamos los exámenes juntos y teníamos tiempo libre para pasarlo bien. Y al final, todos sacamos el curso con grandes notas. Para celebrarlo, nos fuimos los cuatro una semana de vacaciones a Benidorm en un Seat 600 de vuestro abuelo que prácticamente teníamos siempre a nuestra disposición.

       Luego, ya en nuestras respectivas Escuelas -no me convencieron para que cambiase mi interés por la energía nuclear por las carreteras-, seguimos viéndonos muy frecuentemente. Recuerdo, por ejemplo, ya acabando la carrera, una excursión al pantano de San Juan en la que, ya al atardecer y mientras el resto del grupo con vuestro padre al frente me agarraba de pies y manos y me tiraba al agua, unas chicas que andaban por allí se compadecían de mi suerte. Una de ellas es mi mujer desde el año 1.972.

       Recuerdo muy bien la boda de vuestros padres, y las salidas a cenar de los jóvenes matrimonios. Los contactos continuaron pero el rumbo de nuestras vidas -yo dejé de vivir en Madrid- hizo que, en mi caso, fueran cada vez más esporádicos.

       Cuando surgió la enfermedad de vuestro padre vine a verle a vuestra casa en alguna ocasión pero, a partir de un momento dado y la verdad es que no sé el porqué, el contacto se perdió.

       Fue para mí un golpe tremendo cuando, hace algunos años y de forma casual, me enteré, demasiado tarde, del fallecimiento de vuestro padre. Me reproché entonces, y lo sigo haciendo, no haber seguido interesándome por la evolución de su salud y, consecuentemente, no haber podido estar próximo a él en su final ni tampoco junto a vosotros en el posterior fallecimiento de vuestra madre.

       Quisiera con estas lineas aliviar ese sentimiento de culpa pero también quisiera que os sirvieran como testimonio adicional de la excepcional dimensión de los valores humanos de vuestro padre, sin duda inculcados por vuestros abuelos.

       Os deseo de corazón todo lo mejor para vosotros y vuestras familias y os envío un fuerte abrazo,

Rafael Rebollo, Julio 2.013


CARTA ABIERTA A CARLOS FARACO, por Vicente Ramos

Querido Carlos:

Hace pocos días me encontré en el ascensor con tu hija Marta, quien siendo la pequeña está muy mayor, una mujer ya independiente y muy trabajadora. Le hablé del encuentro de muchos de los de la promoción 64 y en concreto del blog y de la página “Los que ya no están con nosotros”. Le gustó la idea, y hasta le emocionó que nos acordáramos de ti, de escribir una semblanza con tus hijos. De modo que tras el puente del primero de Mayo nos encontraremos para darle forma al recuerdo tuyo que deseamos dejar escrito.

Cuando después llegué a casa recordé algunas cosas de nuestros pequeños jugando junto a todos los niños de la casa en la piscina a Marco Polo. ¡Qué bonitos días cuando estábamos todos y los niños eran pequeños!

Pero lo más recordado, y lo comenté con Marta, fue lo anecdótico de nuestro encuentro en el año 1.976 tras salir del Ramiro al finalizar Preu en 1.964. Habían transcurrido ocho años cuando nos reencontramos en la casa donde posteriormente viviríamos con nuestras familias. Yo estaba recién casado y tu lo habías hecho un poco antes. Tu habías comprado el cuarto piso y yo el decimoprimero de la misma escalera. ¡Qué coincidencia!. Pero además, ese verano cuando fui a Punta Umbría al apartamento de mis suegros tu estabas igualmente en el mismo edificio pues allí tenían tus padres otro apartamento. Ello se debía a que tanto tu como mi mujer sois oriundos de Huelva. Doble coincidencia ese año 76. Posteriormente nos seguimos encontrando en la playa durante los veranos y algunas mañanas nos íbamos juntos a jugar al tenis.

Al venir en coche esta semana para pasar el puente de Mayo en tu tierra, en vez de llegar hasta Sevilla tomé la desviación de Santa Olalla del Cala para llegar a Huelva, pasando por Zufre, Higuera de la Sierra, Riotinto, Zalamea la Real, Valverde, Beas, Trigueros y San Juan del Puerto. No puedes imaginarte lo bonita que está la Sierra tras las copiosas lluvias habidas los últimos meses. Yo mismo, no se si tu lo conocerás, no conocía el Embalse de Zufre. Una pequeña carretera conduce hasta él, completamente lleno de agua  y los prados y montes estaban plenamente verdes y floridos. Las jaras florecidas, también las amapolas, el espliego muy crecido y no te digo la cantidad de margaritas que encontraba a mi paso. Una gozada para la vista y el espíritu. Y conduciendo hacia El Rompido se me ocurrió contarte estas escenas para hacerte partícipe de la belleza de un rincón de tu tierra.

Por cierto, te anuncio que Perico Rodri, el alcalde, tras 38 años sin fallar en mis visitas a Huelva, me ha nombrado “Choquero Consorte” de pleno derecho. Te enseñaré el carnet en cuanto me lo den…

Esto no es una semblanza al uso, pero serán tus hijos quienes la escriban para Beatriz, tu esposa también fallecida algo más tarde que tu, y para ti. De ese modo pervivirás no sólo en la memoria de tus hijos sino también en la de todos tus compañeros del Ramiro.

11 comentarios:

  1. Te recuerdo con 12 años, jugando en el campo de fútbol. Mucho tiempo ha pasado, pero te recuerdo bien.

    ResponderEliminar
  2. La fila de a cuatro de pupitres en 5º y 6º B la formábamos Cerdán, Duplá, Faraco y Ferrer, Navarro Latorre destacó la procedencia catalano-francesa de los cuatro apellidos y la coincidencia de ir seguidos en la lista de clase.
    Carlos hizo Caminos año por año y formó parte del equipo de Jiménez Salas, el gurú inicial de la Geotécnia en España. Al principio Jiménez enviaba a sus discípulos a USA, pero pronto advirtió que allí no aprendían más de lo que ya sabían.
    En los 90 coincidí con Pepe Blanco en la visita que se hizo a la balsa de riego de Nuestra Señora de las Nieves en Aspe (Alicante). Recordamos a Carlos durante el viaje y su dedicación a los trabajos geotécnicos.
    Hasta siempre

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo pensaba que el apellido Faraco era de origen luso. La proximidad de Huelva a Portugal y los varios Faraco que conozco de Brasil me hacían pensar en tal origen. Pero el profesor Navarro Latorre sabía más que yo.

      Eliminar
  3. Muy bonita la evocación de Carlos por medio de la floreciente tierra del embalse del Zufre, Vicente.
    Yo no le recuerdo casi, aunque el apellido me suena un montón (también creía que era luso)

    ResponderEliminar
  4. Querido Vicente:

    Me habló mi hermana Marta de este blog y de la carta tan preciosa que le has escrito a mi padre.

    Me ha emocionado leerla. No sabes lo que te agradezco que en ese viaje por la sierra de Huelva, su tierra, le tuvieras presente.

    Le agradezco también a José Luis Cerdán y a Pepe Blanco su recuerdo. Con Pepe Blanco y su mujer, Carmen, tenemos mis hermanos y yo una relación muy estrecha, tanto que les consideramos parte de nuestra familia. El puente de diciembre pasado nos invitaron a su casa de Cabo de Palos (Murcia) y pasamos unos días inolvidables.

    Yo tenía mucha afinidad con mi padre, pasamos muchas horas hablando de todo. Me contó muchas anécdotas de los años que estudió en el Ramiro de Maeztu. Fueron años especiales.

    El 26 de diciembre pasado hicieron 13 años desde que murió y para mí fue ayer. Mi madre no tardó en seguirle. Me acuerdo tanto ellos... especialmente en algunos momentos en los que veo las caritas de mis hijos, de 7 y 3 años, a los que no han podido conocer.

    Muchísimas gracias, Vicente.

    Te mando el más fuerte de los abrazos.

    Beatriz.

    ResponderEliminar
  5. Querido Rafael:

    Muchas gracias por la carta tan entrañable que nos has escrito recordando a nuestro padre y los años que compartiste con él. Me llenan de orgullo tus palabras.

    Coincido contigo en las cualidades que lo definían, pero sobre todo era un gran padre. Su máxima preocupación era el futuro de sus hijos y, quizá por la enfermedad que tenía, era casi una obsesión para él que no nos faltara de nada cuando él ya no estuviera. Supo llevar con una entereza admirable su enfermedad y te diré que hizo una vida normal hasta el último día.

    Gracias también por el recuerdo hacia mis abuelos. Realmente eran así. Aunque no tenía ni 10 años cuando murieron, los recuerdo perfectamente. Los amigos de mis tíos también los recuerdan tan acogedores, sus puertas siempre abiertas a vecinos y amigos. A mí me encantaban las reuniones familiares, nos juntábamos en su casa sus hijos y nietos y disfrutábamos un montón. Y seguimos haciéndolo los que quedamos.

    No sientas culpa por haber perdido el contacto con mi padre y no haber estado a su lado los últimos años. Son las circunstancias de la vida. Para mí es más que suficiente que te haya quedado un buen recuerdo de él y te agradezco en su nombre que hayas dado esta muestra de tu afecto hacia él.

    Muchas gracias otra vez, Rafael.

    Un abrazo,

    Beatriz.

    ResponderEliminar
  6. Gracias Rafael y Vicente por las cartas. Casi me hacéis llorar.

    Me da mucha pena no haber podido conocer a mis abuelos, es lo que tiene haber llegado el último.

    Un abrazo fuerte,
    Álvaro

    ResponderEliminar
  7. Queridos Rafael y Vicente:
    Os escribo, tras ocho años de que escribisteis vuestras preciosas cartas como homenaje, al ser hoy, 3 de agosto, el día en que mi padre celebraría su 74 cumpleaños.
    Estoy segura de, desde donde esté, habrá sonreído y le habrá emocionado mucho leerlas, pues valoraba mucho las muestras de afecto de la gente y, en especial, las de sus buenos amigos. No me cabe duda de que, vosotros, estabais entre ellos.
    Me encanta, Rafael, que tengas ese recuerdo tan bonito de la familia Faraco. Los que quedan se acuerdan de ti perfectamente. De hecho, mi tío Manolo (y su mujer, Ana) recuerdan cómo estudiabais inglés mi padre y tú en la Plaza de Juan Zorrilla. Dicen que teníais una fuerza de voluntad impresionante y que no faltabais ni un solo día. Una época preciosa la de aquellos años que, releyendo tu carta, les haces revivir.
    Gracias a lo que contáis me imagino una casa siempre abierta y acogedora para vecinos y amigos y a unos abuelos extraordinarios que, aunque por poco tiempo, logré al menos conocer. También me encantan las historias que cuentas sobre las escapadas a Benidorm y al pantano de San Juan, sobre el guitarreo de los guateques, etc. que recuerdes tan bien la boda de mis padres y las cenas de matrimonios. Qué época tan especial y maravillosa debisteis vivir.
    No te sientas mal por haber perdido el contacto los últimos años, pues una vida está formada por un conjunto de vivencias y recuerdos de los que sin duda has formado parte importante en la vida de mi padre y, eso, vale su peso en oro. El final no fue tan malo en el sentido de que, como dice mi hermana, lo llevó bastante bien hasta el último día y, además, no le faltó el cariño de su familia que, en definitiva, es quién más cerca ha de estar en esos momentos.
    Y a ti, Vicente, qué te voy a decir que no sepas. Me ha dicho mi tío Paco que por su 60 cumpleaños alquiló un apartamento en el Altair (recordando el que, como cuentas, tenían mis abuelos justo debajo del que tienes tú) y que estuvisteis charlando un rato; que se quedó encantado, como yo cada vez que me cruzo contigo, siempre tan alegre y cariñoso con nosotros…
    Tengo unos recuerdos increíbles de la casa de Federico Salmón, de las reuniones que hacíais los papás con las sevillanas de fondo en la parte de atrás mientras, nosotros, jugábamos en la piscina. ¡Qué divertido era y cómo me gustaría regresar!. Hay videos de aquella época pues, a mi padre, le gustaba inmortalizar con su cámara. Ya los compartiré contigo cuando de con ellos.
    Ya te ha dicho tu hija Maite que este verano voy a ir, después de treinta y tantos años, a veranear a Punta Umbría, así que encantada de aceptar tu oferta de visitarte para recordar las famosas vistas del Altair. Te daremos un toque cuando estemos ahí.
    En definitiva, Vicente, Rafael, quiero que sepáis que, aunque es muy muy duro perder a unos padres tan pronto, más hubiera sino ni siquiera haberlos conocido; por suerte, sus cuatro hijos (incluyendo el más pequeño, Álvaro) hemos podido disfrutar y aprender mucho de ellos. Lo que, indudablemente, nos ha formado como las personas que a día de hoy somos y de las que, espero, se sientan orgullosos.
    Peor suerte han corrido sus nietos, pero ya parece que era mucho pedir. Hoy tienen 15 y 11 (los hijos de Beatriz), 7 (el de Carlos) y 2 años (el mío) y, aunque no les han conocido, escuchan mucho hablar de ellos. El mío, aunque es el más pequeño, ya les tira besitos al cielo y les dice que les quiere mucho. ¡Por algo se empieza!.
    Por decir algunos rasgos de ellos (que complementen o refuercen vuestros comentarios), os podría decir que, de mi padre, podría resaltar su inteligencia y consejos que, a día de hoy, intento escuchar desde donde se encuentre para que me sigan sirviendo de guía; de mi madre, lo buenísima y cariñosa que era; madre mía lo que echo de menos esos mimos de vez en cuando…
    En definitiva, tanto uno, como otro, vivían por y para sus hijos y lo demostraron hasta el final.
    Unos padres excelentes y, como no podría ser de otra manera, para mí, los mejores.
    Un abrazo enorme a los dos, Marta Faraco Martínez.

    ResponderEliminar
  8. Querida Marta,
    La respuesta de tu hermana Beatriz a la semblanza que hace años escribí sobre vuestro padre me llenó de una emoción que rebrota al leer la carta que nos diriges a Vicente y a mí recordando los 74 años que cumpliría él ahora. Pero, junto a mi gratitud por tus palabras, también hace que sienta una especial alegría al constatar que mi testimonio sigue de alguna manera presente entre vosotros y os proporciona algún matiz adicional sobre la excepcional familia de la que procedeis.
    Recibe un fuerte abrazo, extensivo al resto de hermanos y envía mis más afectuosos recuerdos a tus tíos.
    Rafael Rebollo

    ResponderEliminar
  9. Me sumo al recuerdo de Faraco. Siempre estará en nuestra memoria. Cuando jugábamos en el campo de fútbol.

    ResponderEliminar
  10. José Blanco a 7 de agosto de 2021

    Queridos amigos:
    Este comentario tiene para mí especial significado, ya que el recuerdo de Carlos Faraco me resulta especialmente querido. Fueron muchos años de amistad desde la época del Ramiro hasta su muerte y sobre todo desde que empezamos a estudiar Caminos, incluyendo como tú dices, Rafael, el año que pasamos en la Universidad, antes de estudiar Sergio, Carlos y yo Caminos y tú Industriales.
    De aquel grupo que formamos los cuatro al final seguimos viéndonos y sobre todo siendo amigos entrañables, Carlos y yo. Y para mí recordar a mi amigo Carlos me resulta particularmente emotivo. Fueron muchos años de amistad que sobrevivió en mi caso a mis frecuentes cambios de residencia. Pues mis primeros años de trabajo los empleé, como muchos ingenieros de Caminos trabajando al principio a pie de obra, mas tarde con residencia fija en Murcia pero con frecuentes viajes etc.
    Y a todos estos avatares sobrevivió nuestra amistad. Siempre consideré a Carlos como mi mejor amigo. Y aún hoy veintiún años después de su muerte lo sigo considerando y acordándome de él. Tú Rafa, como veo también te acuerdas, aunque por circunstancias de la vida hubiera un momento que cesáramos de vernos. Ello lo que demuestra es la huella que deja siempre en nosotros las buenas personas que como él y su familia han pasado por nuestras vidas.
    A ti, Vicente expresarte mi agradecimiento por tu interés y dedicación a esta página de la Promoción que a todos nos resulta tan entrañable. Por cierto que no sé si lo recordarás, estuvimos una vez Carlos y yo jugando al tenis en Punta Umbría, los dos contra ti. Y naturalmente nos ganaste, lo que no pudo ser de otra manera tratándose de un deportista tan dotado como tú contra unos simples aficionados no tan buenos como nosotros.
    A ti, Marta, un cariñoso recuerdo. Aunque no te veo hace mucho tiempo sí sé de ti a través de mi hijo Gonzalo, de tu hermana Beatriz y Camilo, a quienes he visto algo en los últimos años y de tu hermano Carlos, quien tiene la amabilidad de llamarme por teléfono de ver en cuando, lo que yo raramente hago.
    Un abrazo para todos


    ResponderEliminar

Escribe tu comentario en el recuadro.
NO TE OLVIDES DE FIRMAR.
¡ LOS COMENTARIOS ANÓNIMOS SERÁN BORRADOS !.