Aún me parece
imposible que esté escribiendo estas líneas. Un inesperado infarto se ha
llevado a nuestro gran amigo y compañero, Ángel, antes de lo que habría sido
normal, de manera rotalmente repentina e imprevista.
Mis recuerdos de
Ángel, me llevan a los años 50 en la Preparatoria. Solíamos jugar en el recreo
al clavo, las canicas o cambiar cromos. Era un niño sanote y fornido, con sus
gafitas. Travieso y con mucha vitalidad. Muy simpático y desplegando siempre
gran actividad.
Luego en los años
60, ya en el Instituto, estaba en puestos próximos a mí por el orden alfabético
de colocación.
Participaba en
nuestras travesuras, de poner petardos o hacer cohetes con cápsulas de puros.
Éramos muy amigos, los siguientes compañeros: Iradier, Quiñones, él y yo, en
aquellos tiempos y vino a casa de mis padres varias veces a disfrutar de los
bocadillos de mortadela que preparaba mi madre para merendar. Leía nuestras
colecciones de tebeos y recuerdo que hicimos algunas bromas telefónicas en
conjunto.
También recuerdo
que alguna vez fuimos a la piscina del canal con él, en el verano.
Gustaba de las
bromas y los chistes, siempre estaba sonriente y despreocupado.
Luego, hasta el
reencuentro pasaron 48 años, en los que nada supe de él.
Me contó, cuando
nos vimos, su dedicación a la construcción, los viajes profesionales, en
especial el de Indonesia, su boda con una sevillana y me hablo de sus nietos.
Le encontré muy bien y con muchas ganas de vivir y disfrutar.
Me habló de sus
acuarelas e incluso hizo un artículo en el blog donde las incluye. Me encantó
comentar con él aquellos viajes que hacíamos de pequeños.
Ayer hablamos de
un posible viaje a Berlín, que no quería coincidiese con uno que planeaba a
Nueva York con su familia. Hablé con él por teléfono, pues creía que no iba a
poder asistir a la comida, pero vino su hijo a Madrid, y fue posible su
asistencia, y en el restaurante hablamos largo rato. Disfrutó del encuentro con
nuestro compañero Paco. Me despedí con un apretón de manos, diciéndole, no
faltes en la próxima.
Luego comentó en
nuestro blog lo bien que lo había pasado.
Incluso me mandó
este correo:
“Manolo muy emotivo y real tu escrito y muy buen rato el que hemos pasado
esta tarde.
Con libertad y sin tapujos
nos hemos enterado como vive y las experiencias de un compañero que, en eso nos
hemos fijado todos, curioso, nos ha parecido mucho más grande que cuando
dejamos de verlo allá por el año 60 o así. Morenito, bajito y
"canijillo" que era.
Ahora sólo falta que
le haga caso a Alfonso y escriba de su tatarabuela”.
Me consta que
habrá muerto contento y del grupo tuvo cariño y afecto.
Su hija me ha
ratificado en el tanatorio todas estas impresiones. Aún la misma mañana paseó
con sus nietos que le adoraban.
Esta es la foto que le hice en la mencionada comida, probablemente una de las últimas que tengamos de él.
Manolo Rincón
Sé que estarás
en el Cielo porque eras un hombre bueno. Estarás rodeado de otros angelitos
como tú, que eras NUESTRO Angelito. Así te llamábamos, o Angelote, porque eras
ambas cosas: entrañable y grande, grande en buen humor, enorme en humanidad y
genial en artista. Ya sabes lo que admiraba tus acuarelas y tu trazo suelto y
valiente. ¡Lo orgulloso que me sentía
cuando has estado pintando últimamente una serie de fotos mías y lo que nos
estábamos empezando a divertir desarrollándolas! Habíamos quedado en que cuando
pasara toda esta época de fiestas navideñas y comidas, hacer otra tú y yo
juntos para hablar de ello y pasar de nuevo un agradable ratejo; ¡cuánto siento
haberlo retrasado! Ahora ya no puede
ser.
Te voy a echar
mucho de menos. De pequeños siempre nos llevábamos bien y precisamente eres de
los que más me acordaba, con tus grandes gafas de concha y tu sonrisa. ¡Qué
ilusión me hizo verte por vez primera en el AVE hacia Valencia!; te reconocí
enseguida. Eras inconfundible.
Y cuando no hace
mucho fuimos juntos al Museo del Aire, de lo que también guarda testimonio
nuestro blog. Y nuestras comidas en la Casa de Campo, con Alfonso, charlando
sin parar durante varias horas viendo el lago.
Por cierto, Alfonso me dice y lo quiero transcribir aquí, lo muy profundamente que tu amistad había enriquecido su vida, y
por supuesto la mía. ¡Con tan poco tiempo! Eso no lo consigue cualquiera.
No puedo evitar que me
dé rabia que te hayas ido, por todo, por el hecho en sí y por lo que tenías aún
por delante y que me hubiese encantado compartir. No me parece justo, pues
estabas empezando una nueva etapa, que dábamos por hecho que sería larga y
fructífera.
Añado aquí las últimas acuarelas que me
enviaste a partir de mis fotos y el proyecto que tenías de ponerle música (“Una
noche del monte Pelado”) a una que había transformado y que te gustaba así,
monocroma, y me decías que luego Alfonso le pusiera letra. Lo haremos,
descuida. Aquí quedan como exclusiva y un pequeño homenaje al artista.
(para ponerle la música de “Una noche en el monte pelado”
(http://youtu.be/B7Au43sl-bs) y después una letra, como quería Ángel)
Un maestro, un
auténtico maestro de la acuarela. Te estaba insistiendo que tenías que hacer
una exposición. Es terrible que en un momento todo se quede en nada, todos los
proyectos, todo lo que ibas todavía a hacer a la vez que disfrutarías con los
tuyos, entre Sevilla y Madrid… y sobre todo
que nos faltes tú. No hay ni que decir
lo mucho que te echaremos de menos… hasta que en algún momento nos volvamos a
encontrar.
Hasta siempre,
pues. Descansa en paz, amigo mío.
Kurt
De compañeros en
clase, estabas lejos y no compartimos demasiado, pero, tras el reencuentro,
entre emails, comentarios y encuentros fraternales, todo lo contrario. Descubro
a aquel niño, ya hombre, bonachón, afectivo, con sentido del humor y, sobre
todo, artista.
Un cuadro tuyo
me permitirá recordarte siempre; fue un regalo generoso porque no consentiste
que solo tuviera su foto.
Ayer, me hice
eco de tus palabras, comentando las horas con Paco Guijarro y, cuando supe de
tu vuelo, lloré, lloré y lloré hasta casi quedarme sin lágrimas. No es lógico,
pero es real y tú ya te has ganado la eternidad. Deseo que seas feliz y que,
con los demás compañeros que te han precedido, continúes velando por nosotros.
Visitando tu página 'Mis viajes de los años 50' por tercera o cuarta vez, hoy con más detenimiento, me doy cuenta de que en la Playa de los Muertos de Ubiarco -única acuarela original tuya-, en una casona de dos plantas a la izquierda, es donde mis abuelos maternos, mi tía, mi madre y su novio entonces, mi padre, estaban pasando unos días de descanso en julio de 1936. ¿Coincidencia? Sin duda.
Espero que este abrazo escrito llegue por vía aire hasta el azul espacio donde estés como el Ángel que has sido en la Tierra.
Visitando tu página 'Mis viajes de los años 50' por tercera o cuarta vez, hoy con más detenimiento, me doy cuenta de que en la Playa de los Muertos de Ubiarco -única acuarela original tuya-, en una casona de dos plantas a la izquierda, es donde mis abuelos maternos, mi tía, mi madre y su novio entonces, mi padre, estaban pasando unos días de descanso en julio de 1936. ¿Coincidencia? Sin duda.
Desgraciadamente, ya no lo puedo comentar contigo;
pero, quiero creer, que me estás viendo escribir ahora. Te has ido, Ángel; sin
embargo ¡qué cerca te siento!
Espero que este abrazo escrito llegue por vía aire hasta el azul espacio donde estés como el Ángel que has sido en la Tierra.
Rafael García-Fojeda
¡QUE
BUEN TÍO!.
Angel
nos resume bien. Si hay alegría por la recuperación de memorias de la feliz
inconsciencia, él era el más alegre.
Sus
hijos nos daban las gracias por haber provocado su entusiasmo en los últimos
meses, entusiasmo que les transmitió incluso a ellos, que seguían nuestras
andanzas por internet.
Pues
así fue siempre.
Más
allá de las relaciones en el Instituto, unos cuantos de nosotros seguimos en
los años siguientes en una pequeña pandilla con las primeras chicas y los
guateques.
Cuando
las novias fueron más formales y fuimos terminando la universidad, nos
perdimos. Ahora nos encontramos y rejuvenezco al ver que Angel no ha cambiado
NADA. ¡Yo tampoco quiero haber cambiado pese al espejo!.
Ahora
se aceleran los recuerdos:
Recuerdo
la casa de sus padres con la vieja guitarra de buen sonido, que me hacían tocar
porque yo estudiaba; las muchas acuarelas del su tío, auténtico maestro de
donde le viene a Angel la afición. Sus pequeños trofeos de montañero “scout”.
Es
claro que Angel tendría que ser también así en todas sus facetas. Ayer me
emocionó ver en sus hijos la misma vitalidad pese a la situación. Su herencia.
Cuando
aún construimos la vida con proyectos y esperanzas, no podemos abandonar la
pena por un futuro truncado. Nos queda su memoria y algo más, porque parte de
lo que somos es la influencia de quienes nos han rodeado, sobre todo de quienes
nos lo han hecho con tanta empatía.
Porque
Angel transmitía lo que era: un tío estupendo.
Manolo
Nolla
Con
Ángel sí tuve la oportunidad de verme cuando nos tomamos ese arroz tan rico en
la Bouganvilla hace unos meses. Acababa de hablar con Vicente Ramos que me
había localizado después de tantos años.
Yo
vivía en la Calle Trafalgar, a mitad de camino entre Quevedo y la Glorieta de
Iglesias. Ángel vivía cerca, por detrás del mercado de Olavide. Durante muchos
años, una vez que conseguimos mis hermanos y yo que nos sacaran del comedor,
nos íbamos andando Ángel y yo desde casa al Ramiro después de comer.
El
portal de mi casa era muy amplio, con una droguería a la izquierda y una tienda
de muebles a la derecha. Toda la fachada era de una piedra arenisca, tipo
mármol, pero sin serlo. Allí, en una esquinita, nos dejábamos mensajes escritos
a lápiz, por si no coincidíamos al salir, que luego podíamos borrar con el dedo
mojado en saliva.
Creo
recordar que, por la tarde, al volver de
nuevo a casa, bajando de los “altos del Hipódromo” y luego subiendo por la calle
de General Martínez Campos se nos unía muchas veces Iradier y a menudo, si
teníamos unas perras sueltas, jugábamos a la máquina en un bar de la Glorieta
de Iglesias.
De
los ciento y pico que creo que éramos en Preu, siempre he recordado una
veintena de nombres. De esos “veintipico” ya me faltan dos. Después de tantos
años sin vernos, ¡Los estoy echando ya de menos!
Emilio Aparicio
Nunca le oí decir una mala palabra de nadie, ni en los tiempos del Ramiro ni en estos que, de algún modo, han vuelto a ser los del Ramiro.
ResponderEliminarSi se puede condensar en una palabra la esencia de una persona, de Ángel se puede decir que era, en el mejor sentido de la expresión, Bueno.
Ojalá sea verdad eso del Más Allá. De ser así, nos estará esperando en su pupitre de la cuarta fila del 3º A celestial, junto con Sáinz, Cruz, Iradier y los demás. Ahí, en esa cuarta fila, es donde nunca le voy a olvidar
Alfonso
Queridos Ignacio y Paloma,
ResponderEliminarNo voy a recitaros la lista completa de clase, pero la cuarta fila la componíamos Picón, Piernavieja, QUESADA, Quiñones, Ramos, Rincón, Rosas...
Si no hemos olvidado esto, cómo vamos a olvidar a vuestro padre. Tened la seguridad de que con nuestro recuerdo, junto al vuestro, claro está, Angel seguirá perviviendo entre todos nosotros.
Un abrazo con el mismo cariño que le dispensamos a vuestro padre.
Queridos Ignacio y Paloma: Como podéis leer, ninguno podemos y, mucho menos, queremos olvidar al Ángel que se nos ha ido de la vista, pero no del corazón. Yo, concretamente, con un cuadro suyo en casa, aunque quisiera, no podré mientras viva. Seguiré hablando con él a pesar de que no le escuche responderme, que sé, lo hará.
ResponderEliminarPor otra parte, si no encontráis entre sus cosas el poema que le escribí, no me importaría reescribirlo para vuestra madre y vosotros (está en mi blog personal).
Ánimo -él os ayudará a recobrarlo- y un fortísimo abrazo. Rafael Gª-Fojeda.
Queridos Paloma e Ignacio:
ResponderEliminarComo véis, somos muchos los que no olvidaremos a vuestro padre, nuestro Angelote. El compartir este dolor quizás os lo haga más llevadero, al poder repartirlo entre todos. Así lo espero.
Y todos le recordaremos con cariño de aquí en adelante.
Que sepáis que parte de la vida de vuestro padre está aquí con nosotros y que la atesoramos como de alguien que nos ha enriquecido en esta última etapa de su vida; es lamentable, sin embargo, que no hayamos podido avanzar más en esta amistad incipiente, pero Dios lo debe haber querido así, quizás porque le echaba de menos, le quería a su lado y nos lo ha quitado.
La vida sigue; vosotros la tenéis toda por delante y con la herencia de Ángel superaréis cualquier obstáculo que se os pueda presentar.
Siento haberos conocido tan tarde y no antes.
Un fuerte, muy fuerte abrazo,
Kurt
COMENTARIO QUE NOS ENVÍA JOSE MANUEL SANZ
ResponderEliminarNo recordaba a Ángel de la época del Ramiro (por estar en otro grupo) hasta que lo conocí en nuestro encuentro. Lo estoy conociendo mejor a través de vuestros escritos y vivencias. Las personas acabamos estando vivos solo en los recuerdos de los que nos quieren y tal vez, como le ocurre a Ángel, esa sea una gran recompensa y una forma muy bella de seguir vivo, pues ha dejado huella en todos sus compañeros. Descanse en paz y rindámosle el homenaje de conservar siempre esos grandes recuerdos.
JMS
Queridos todos, lo leo, lo vuelvo a leer y me emociono enormemente al ver todo lo que habéis escrito sobre papa. Siempre había pensado que lo mío sería "amor de hija" o admiración hacia un padre pero veo que no, que papa realmente es un persona de las que deja huella. Mi padre me decía siempre que por la vida no hay que pasearse como una maleta, hay que vivirla, disfrutarla, aprender de todo lo que nos da, y él realmente lo hizo y nos lo ha transmitido.
ResponderEliminarEstaba ilusionado con vuestro reencuentro, estaba feliz, y se le notaba. Lo compartía con nosotros en muchas ocasiones porque despertaréis una nueva ilusión en él y le hicisteis sentir importante.
Espero de verdad que hagáis ese viaje a Berlín, que os toméis una cerveza a su salud que tanto le gustaba, que le recordéis y os riáis de lo que compartisteis. Yo espero que hagamos lo mismo con sus nietos, con mi madre, mi hermano..., nos ha dejado tan cojos!!, pero quiero pensar que esta a mi lado en cada momento, mi Ángel de la guarda.
Estoy contenta de haberos conocido, ha sido una forma de reencontrarme con el y sentir vuestros buenos momentos juntos. Gracias de corazón por haberlo querido tanto y deseo que siempre lo recordéis como era, bueno, alegre, grande de corazón. Un beso fuerte a todos. Paloma
Hola a todos:
ResponderEliminarSoy compañera de curso de Angel en la Agupación de Acuarelistas. Me acabo de enterar de la noticia y quiero trasladar mis condolencias a los más allegados. Deja un vacío muy importante en el "Fondo Sur" del aula donde colocaba su caballete para pintar. Nunca olvidaba a sus admirados tíos. Le echaremos mucho de menos.
Un abrazo, Raquel
odos los colaboradores. Era un compañero muy querido
ResponderEliminar